martes, 29 de mayo de 2012

LA VERDADERA DEVOCION


PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA VERDADERA
DEVOCIÓN A MARÍA

Aunque a lo largo de la historia de la Iglesia se han escrito muchos libros sobre la devoción a María, creo que uno de los libros más hermosos es la obra de San Luis Maria Grignion de Monfort, titulada, “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen”, escrito hacia el año 1713, pero que permaneció oculto y descubierto -como el propio Santo había profetizado- Fue descubierto en 1842 en un cofre de libros viejos por un padre de la compañía de María fundada por Grignion de María y se publico por primera vez en 1843.
Este libro es como una suma de teología mariana, en la que el Santo nos hace comprender que es la verdadera devoción a la Virgen. En este libro, Grignion de Monfort establece los siguientes principios.

1. Jesucristo ha de ser el fin último de la verdadera devoción a María.

María no es el fin de la vida cristiana. Es Cristo identificarnos con Cristo. Por eso decimos “A Jesús por María”.

María es un medio para llegar a Cristo, que es nuestro fin, a quien tiende nuestro corazón, nuestra alma, nuestras intenciones.

Dice el Santo “Jesucristo es nuestro único Maestro, que ha de enseñarnos; nuestro único Señor, de quien debemos depender; nuestra única cabeza, a quien debemos estar unidos; nuestro único modelo, al que debemos conformar; nuestro único médico, que ha de curarnos; nuestro único Pastor, que nos ha de alimentar; nuestro único camino, que ha de conducirnos; nuestra única verdad, que debemos creer; nuestra única vida, que nos ha de vivificar; y nuestro único todo, que en todas las cosas nos debe bastar.

Debajo del cielo, ningún otro nombre se nos ha dado para que por el seamos salvos, más que el nombrede Jesús. Dios no nos ha dado otro fundamento para nuestra salvación, para nuestra perfección y para nuestra gloria más que a Jesucristo. Todo edificio que no descanse sobre esta piedra firme está fundada sobre arena movediza y caerá infaliblemente, tarde o temprano. Todo fiel que no está unido a Él como un sarmiento lo está a la cepa de la vid, caerá se secará y sólo servirá para ser echado al fuego. Fuera de Jesucristo, sólo hay extraño, mentira, iniquidad, inutilidad, muerte y condenación... Por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo podemos todas las cosas... Si establecemos la sólida devoción a la Santísima Virgen, es sólo para establecer más perfectamente la de Jesucristo y para ofrecer un medio fácil y seguro de hallarlo. Si la devoción a la Santísima Virgen alejase de Jesucristo, sería necesario rechazarla como una ilusión del diablo. Pero no es así. Si esta devoción nos es necesaria es porque sólo por ella podemos hallar perfectamente a Jesucristo, para amarle con ternura y para servirle con fidelidad” Por tanto, la devoción a María no es obstáculo para la devoción a Cristo, como decían los jansenistas de Grignion. El mismo Vaticano II salió a defender la devoción a María con estas palabras: “La devoción a María, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta” (LG 60) 2. ¿Cuáles son las principales características de una auténtica y verdadera devoción a María?

Ya hemos hablado anteriormente que debemos a María:
– Singular veneración, por ser la madre de Dios.
– Amor intensivo, por ser nuestra madre.
– Profunda gratitud, por ser corredentora.
– Confiada invocación por ser dispensadora universal de todas las gracias.– Imitación perfecta, por  ser modelo sublime de todas las virtudes.

Ahora veamos cómo debe ser esta devoción, según Grignion de Monfort.

I. Interior: es decir, nace del espíritu y corazón, y no de los sentimientos y hecha de cosas externas.
Proviene pues de la estime que debemos a María.

II. Tierna: llena de confianza, como la del niño en su cariñosa madre. Acudir a María siempre, en todos los lugares, en las dudas, para ser en ellas esclarecidas: en los extravíos, para volver al buen camino; en las tentaciones, para que María nos sostenga; en las debilidades, para que nos fortifique; en los desalientos, para que nos infunda ánimo; en los escrúpulos, para que nos libre de ellos; en las cruces y contratiempos, para que nos consuele.

III: Santa: hace que el alma evite el pecado e imite las virtudes de la Virgen sobre todo esas 10 virtudes principales: 
1. Su humildad.
2. Su fe viva.
3. Su obediencia plena.
4. Su oración continua.
5. Su mortificación total.
6. Su pureza perfecta.
7. Su caridad ardiente.
8. Su paciencia heroica.
9. Su dulzura angelical.
10. Su sabiduría divina.

IV. Devoción constante: es decir, no abandonar fácilmente sus prácticas de devoción. Constante significa en los buenos y en las malas. Se levanta, si cae. Sigue a pesar de que no experimente el gusto sensible.

V. Devoción desinteresada: no rezo a la Virgen por lucro o interés, no por mi bien, sino únicamente porque Ella merece ser servida, Dios solo es Ella. Si amo a María no es por los favores que María me concede o por lo que puede darme. 

Falsas devociones:
- Prácticas exteriores, sin amor.
- Aprovecharse y ser interesado.
- Ser tenido por buenos.

Conclusión: Amemos a María, imitando sus virtudes.
–Padre Antonio Rivero, L.C.

domingo, 8 de abril de 2012

TIEMPO ORDINARIO

TIEMPO ORDINARIO



Ordinario no significa de poca importancia, anodino, insulso, incoloro. Sencillamente, con este nombre se le quiere distinguir de los “tiempos fuertes”, que son el ciclo de Pascua y el de Navidad con su preparación y su prolongación.

Es el tiempo más antiguo de la organización del año cristiano. Y además, ocupa la mayor parte del año: 33 ó 34 semanas, de las 52 que hay.

El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres…así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario. 

Crecer. Crecer. Crecer. El que no crece, se estanca, se enferma y muere. Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas. Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos. ¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto! El Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios, ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor!

El espíritu del Tiempo Ordinario queda bien descrito en el prefacio VI dominical de la misa: “En ti vivimos, nos movemos y existimos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos”. 

Este Tiempo Ordinario se divide como en dos “tandas”. Una primera, desde después de la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma. Y la segunda, desde después de Pentecostés hasta el Adviento. 

Les invito a aprovechar este Tiempo Ordinario con gran fervor, con esperanza, creciendo en las virtudes teologales. Es tiempo de gracia y salvación. Encontraremos a Dios en cada rincón de nuestro día. Basta tener ojos de fe para descubrirlo, no vivir miopes y encerrados en nuestro egoísmo y problemas. Dios va a pasar por nuestro camino. Y durante este tiempo miremos a ese Cristo apóstol, que desde temprano ora a su Padre, y después durante el día se desvive llevando la salvación a todos, terminando el día rendido a los pies de su Padre, que le consuela y le llena de su infinito amor, de ese amor que al día siguiente nos comunicará a raudales. Si no nos entusiasmamos con el Cristo apóstol, lleno de fuerza, de amor y vigor…¿con quién nos entusiasmaremos? 

Cristo, déjanos acompañarte durante este Tiempo Ordinario, para que aprendamos de ti a cómo comportarnos con tu Padre, con los demás, con los acontecimientos prósperos o adversos de la vida. Vamos contigo, ¿a quién temeremos? Queremos ser santos para santificar y elevar a nuestro mundo. 



lunes, 26 de marzo de 2012

CUARESMA Y SEMANA SANTA

CRISTO HA RESUCITADO... VERDADERAMENTE HA RESUCITADO. ALELUYA, ALELUYA


CUARESMA
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

40 días
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.

Tomada de: http://www.aciprensa.com

SEMANA SANTA

La Semana SantaExplicación de la celebración

 La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.

Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.

A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.

Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.

Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.

La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

Domingo de Ramos:


Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.

Jueves Santo:

Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el jueves santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.

Viernes Santo:

Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Via Crucis solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.


Sábado Santo o Sábado de Gloria:

Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir “ la tarde y noche anteriores a una fiesta.”. En esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los católicos.

Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua:

Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?

El pueblo judío celebraba la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.

En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud.

Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.

Sugerencias para vivir la Semana Santa









  • Asistir en familia o a los oficios y ceremonias propios de la Semana Santa porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria.
  • Se puede organizar una pequeña representación acerca de la Semana Santa.
  • Poner algún propósito concreto a seguir para cada uno de los días de la Semana Santa.
  • Elaborar unos cartelones en los que se escriba acerca de los días de la Semana Santa y algunas ideas importantes acerca de cada uno de los días.


  • TOMADO DE: Catholic.net

    sábado, 24 de marzo de 2012

    LA VERDADERA DEVOCION

     
    Muchas personas creen que ser devotos de un santo consiste en:
    • Tenerle mucho cariño y respeto a la imagen del santo, sea una estatuilla o una estampilla, por eso se las ve comprando en las librerías católicas y hasta en las botánicas.
    •  Tenerle mucho cariño y respeto al Santo como tal o bien al nombre del Santo.
    • Visitar los templos que llevan su nombre.
    • Levar una vela o un velón, pasarles las manos, besarlos, y hasta arrodillarse ante ellos y llorar a sus pies.
    • Hacerle una petición o muchas peticiones.
    • Hacerles promesas.
    • Hacerles una novena, etc.
    • Ponerlo de castigo, como es el caso de San Antonio de Padua, que lo ponen de cabeza para que o hasta que les consiga un novio.
    Muchas de estas cosas se consideran como validas, pero no son suficientes: por ejemplo, tenerles mucho respeto y cariño, mas que a la imagen, al santo como tal; visitar sus templos y santuarios; hacer una petición de intercesión; hacerles una novena; etc. es parte de la devoción, pero no tienen mucho sentido si no conozco la vida del santo y no lo tengo como un modelo a seguir para yo llegar, como el, a la santidad.

    Hay que tener presente que una persona es santo cuando cumple a cabalidad lo que Jesús nos mando en el Evangelio...

    PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO

    EL BUEN SAMARITANO

    Evangelio según Lucas, capítulo 10, 25-37

    Añadir leyenda
    Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?»
    Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?»
    El hombre contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
    Jesús le dijo: «¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.»
    El otro, que quería justificar su pregunta, replicó: «¿Y quién es mi prójimo?»
    Jesús empezó a decir: «Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto.
    Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vió, dio un rodeo y siguió.
    Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, dio un rodeo y pasó de largo.
    Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció de él.
    Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo.
    Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.»
    Jesús entonces le preguntó: «Según tu parecer, ¿cuál de estos tres se hizo el prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores?»
    El maestro de la Ley contestó: «El que se mostró compasivo con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»



    La parábola del buen samaritano nos da la clave para los que son o quieren ser devotos, ya de María Santísima, de San Antonio de Padua y/o de cualquiera de los santos venerados en la Iglesia Católica. La clave es: frente a tres personajes presentados, uno de ellos es digno de ser imitados, es decir, si yo hago lo que hizo uno de ellos, yo puedo conseguir la justificación como la consiguió el, "el bueno", el "Buen Samaritano". Jesús les dijo: "Ve tú y haz lo mismo".


    El santo de mi devoción ha de ser mi modelo a seguir...